Ser padres

Una pequeña ayuda para que los niños controlen sus enfados

Consejos que ayudan a los niños a identificar el porqué de la rabia y cómo hacer que se pase cuanto antes.

Todos los niños se enfadan alguna vez. No existe ni una sola persona del planeta que jamás se haya enfadado, pero algunas controlan mejor este estado de ánimo que otros.

En primer lugar hay que identificar por qué se está enfadado y cuando se está sintiendo que la rabia crece en el interior… ¡Ponte en marcha! corre, salta, pasea al perro, monta en monopatín, baila… cosas que te hagan gastar energía, pero que nos sean violentas.

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Otra cosa que se puede hacer es desahogarse con alguien que sepas que te va a escuchar y no te va a interrumpir. También puedes intentar pensar y hablarte a ti mismo sobre lo que te pasa, puede ayudar a ver las cosas en perspectiva…

Para poder «domar» al mal genio, ofrecen cinco sencillos pasos que cualquier niño puede seguir:

  • Conoce lo que te saca de tus casillas: Así podrás ver venir el posible enfado y detenerlo cuanto antes.
  • Reconoce las señales que emite tu cuerpo cuando te vas a enfadar: calor, temblores, dolor…
  • Detente y piensa: ¿Qué siento? ¿qué ha hecho que me enfade?
  • «Enjaula» tu rabia: Aléjate del motivo del enfado, intenta controlarlo, recupera la calma ¡Eres más fuerte!
  • Decide qué hacer: Hablarlo, expresar tu opinión y tus sentimientos son opciones muy válidas.

En definitiva, es muy importante expresar lo que se sientes. No hay que guardar la rabia porque puede acabar explotando en tu propia cara y, a la larga, hacerte más daño. Las palabras tienen mucha fuerza y pueden ayudar, tanto a expresar sentimientos, como a reafirmarse en una postura o concienciarse de lo que somos.

Si ya te has enfadado… ¡Relájate!

Para poder controlar el enfado es muy importante relajarse. Las autoras ofrecen unas pautas para lograrlo:

1 – Busca un lugar tranquilo donde no te interrumpan (si es posible, hazlo al aire libre, por ejemplo en el jardín o en el parque. El aire fresco te hará sentir bien)

2 – Túmbate en el césped (o en el suelo). Ponte cómodo.

3 – Cierra los ojos, pero no te duermas.

4 – Respira profundamente. Pon tu atención en cómo entra y sale el aire. Cuenta hasta cinco cuando inspires; cuenta hacia atrás desde cinco al espirar. Tómate tu tiempo.

5 – Cuando te sientas más tranquilo continúa la respiración profunda, pero, al espirar di la palabra «relajar» en tu mente.

6 – Con el ritmo de tu respiración comienza a relajar los músculos de pies a cabeza. Empieza con tu frente. Tensa esos músculos mientras inspiras y, luego, relájalos mientras espiras.

7 – Continúa tensando y relajando hacia abajo, tus hombros, brazos, manos, estómago, piernas y pies. Inspira cada vez mientras tensas los músculos y espira mientras los relajas.

8 – Cuando llegues a los dedos de los pies descansa. Continúa respirando profundamente.

9 – Abre los ojos lentamente. Ya estás relajado.

Fuente: www.abc.es

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